Hoy os traigo una comunicación con un agaporni super bonita, por dentro y por fuera.

Este agaporni convivía con otro agaporni que hace poco murió y no supieron qué pasó, pues fue algo repentino.

La primera pregunta fue si sabía qué le había pasado a su compañera de jaula. Me dijo que no lo sabía. Y me mostró únicamente unas manos que entraban en su jaula y se la llevaban. 

Prosigo preguntando si le gustaba la comida. A lo que la veo revolotear por la jaula y le pregunto que si eso significa que “sí”. Sube y baja la cabecita diciendo “sí”. Muy graciosa la imagen 😊

Le pregunto si el agua es de su agrado, fresquita y limpia. Me aparece ella bebiendo tan contenta, subiendo y bajando la cabecita. Le pregunto si eso significa que “sí”, y me dice “sí”.

¿No es mona? 😊

Le pregunto si pasa frío. Al principio no veía nada, era como una pared azul que me impedía ver con claridad lo que me quería enseñar. Me cambié el ángulo de visión y resulta que era su nido bola que tiene dentro de la jaula.

“Desde aquí no paso frío”. A lo que le pregunto “y fuera de ahí?” y me responde “las corrientes de aire me destemplan, sí”.

(Sus responsables me dijeron que a veces la jaula estaba en un lugar de paso y sí que se escondía en el nido bola).

¿Quieres algo para jugar? Me muestra una escalera de palitos de madera y una cuerda para subir de abajo a arriba de la jaula.

(Los responsables me dijeron que eso es lo que tiene en la jaula).

¿Te gusta que te suelten por casa? Responde fascinada “¡me encanta!”

¿Qué es lo que más te gusta hacer? “poder aterrizar donde yo quiera” me muestra imágenes de una silla, una lámpara de techo, una lámpara de piedra de sal.

(Sus responsables me confirmaron lo de la lámpara de piedra de sal, el resto era muy obvio).

He vuelto a preguntarle si sabía qué le había pasado a su compañera para asegurarme. Entonces ha pasado algo curioso, me ha vibrado un casco de los auriculares, como si uno de mis gatos me hubiera tirado del cable de los cascos que utilizo para aislarme del ruido y poder concentrarme mejor. Pero al mirar he visto que el gato estaba dormido al lado mío y no había sido él. "Algo" ha tirado de mí.

Entonces he seguido con la comunicación y me ha dicho “no lo sé, pero está bien”. La pregunto “cómo lo sabes?”. Se gira y aparece otra agaporni más a su lado, de un tono más transparente, amarilla, de distinto color, y me habla porque nunca me fui, sigo aquí con ella y con ellos”.

Tras admirarla por sus bonitos colores, le pregunto entonces si ella es la agaporni trascendida y me dice: “sí, diles que estoy bien y que los quiero. Mi compañera ya lo sabe también”. Le doy las gracias por su aparición y me dice “gracias a ti por preguntar por mi y por decírselo a ellos”, y de repente se desvanece.

(Sus responsables me confirman que la otra agaporni era de colores claros).

Como me sentía tan a gusto en la comunicación, opté por comentar a la agaporni que yo conviví más de 20 años con un loro y que siempre he querido tener agapornis. Que me encantaba acariciarle y que siempre pienso cuando veo un pájaro que lo único que querría es acariciarles pero que algunos dan mucho respeto (por ejemplo los loros de pico grande).

A lo que me respondió “solo tienes que confiar en ti”, le digo “pero algunos picáis muy fuerte y hacéis daño”, me dice “si tu alma no tiene miedo, la mía tampoco y no picaré”.

Me pareció un consejo tan valioso que me llegó al alma. Le agradecí la comunicación, el consejo y la sabiduría demostrada. Cuando me despido me comenta “vuelve en otro momento y seguiremos hablando”.

Me quedé loca, durante varios segundos no sabía qué hacer de la emoción. Fue una comunicación muy profunda.

20 noviembre 2023

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